domingo, 22 de julio de 2007

La traidora mente de invierno


La idea de estar junto al mar me sigue atrayendo... y apenas sé por qué. Pensar desde Madrid en la brisa fresca, en el sonido del agua acercándose a la tierra o en el sabor salado del agua y de los cuerpos que se han bañado se convierte en una tentación. Pero eso es únicamente cuando estás lejos de una playa durante los meses de verano. Porque cuando te acercas a ella empiezas a darte cuenta de que lo que tienes en la mente es una idea de postal que queda en pocos lugares y que nada tiene que ver con la realidad.
Lo que hay en la mente es una idea, es un ente que no existe, es una foto fija en la que cada uno de nosotros ha ido borrando todo lo que no quiso ver, pero que está en nuestras playas. Durante los meses de invierno la mente va borrando de la fotografía de la playa de verano todo lo que no le gustó. Así, de la mente desaparecen las miles de sombrillas de colores imposibles que inundan la primera línea de playa desde que va apareciendo el sol. Mi mente de invierno me había hecho este año la trampa de olvidar las hamacas y las neveras sembradas en la arena. La muy traidora se había olvidado de los que juegan al "tenis" en la misma orilla metiéndote la raqueta por el costado según sales de agua. La muy gamberra había eliminado el sonido de la postal de una playa en julio que incluye voces llamando a niños, a abuelos o a vecinos. La muy perversa se había ocupado de eliminar la sensación de que lo mejor es mirar únicamente hacia la línea del horizonte porque si no lo que te encuentras con la vista son paisajes llenos de invernaderos de plástico, de urbanizaciones llenas de ladrillo o de chiringuitos estridentes. Pero apenas ha hecho falta una semana para que, de golpe, la realidad se haya encargado de decirle a la mente de invierno que este año no va a dejar que borre ni un solo detalle de lo que acaba de dejar de ver.

lunes, 9 de julio de 2007

Espacios no humanos


¿Cómo se puede proyectar un mega aparcamiento para un supercine, sin habilitar una acera para que los que dejan allí el coche puedan llegar andando hasta las taquillas? Si un estudiante proyectase algo así, no vería un aprobado en la carrera ni diseñando después una nave que llegase hasta Venus en cinco segundos. Pero eso es lo que pasa en Kinepolis, dentro de la gran Ciudad de la Imagen proyectada en Madrid. Los coches se han quedado atrapados. Después de colas y de aguantar semáforos varios para dejar el coche en el aparcamiento, no hay ninguna salida para peatones. En un lado del aparcamiento hay una carretera, en el otro una discoteca de verano que ocupa lo que era un vial y en otro están las vías del tren. Si quieres salir a pie para ir al cine, tienes que pasar sobre los raíles.

Kinepolis tiene 23 salas de cine y se construyó desterrando los ya casi olvidados cines de barrio. Se levantó sobre la nada, sobre un terreno abandonado a las afueras de la ciudad. Y del campo surgió la inmensidad del cine. Aparcamientos espectaculares, plazas por cientos que luego se fueron complementando con cadenas de restaurantes, con bolera, con tiendas. Una megaoferta de ocio a la que se llega en coche porque no hay (aún) transporte público.

Pero en estas que se presiona desde el potente gigante económico de Kinépolis, situado además junto a las instalaciones de Telemadrid, y nuestra querida presidenta Esperanza Aguirre decide llevar un metro ligero hasta la Ciudad de la Imagen.

Pero en lugar de situar las vías de este tren ligero, estilo antiguo tranvía, por la parte posterior del cine, diseñan hacerlo por la parte delantera. Eso supone que la no demasiado espaciosa acera que conectaba el aparcamiento con el cine se ha convertido en raíles. Ahora, si dejas el coche tienes que andar por los raíles para ir hasta la super entrada de grandes escalinatas que van cambiando de color en cortos periodos de tiempo dependiendo del juego de luces que le llega directamente de potentes focos. El tren ligero está ya en periodo de pruebas, y tiene que ir, literalmente, apartando a los peatones de su camino para poder avanzar. Pero es que no hay otro sitio por el que caminar.

Esto demuestra una vez más que no se hacen los diseños urbanos pensando en las personas. No se humanizan los espacios, se rellenan. Si se construye algo de la nada, hay espacio suficiente para que todo quede a medida de las personas. ¿Tanto cuesta pensar en que somos algo más que un monedero andante?

viernes, 6 de julio de 2007

Las falsas maravillas


¿Qué es una maravilla? Es una cosa que produce gran admiración. Es una impresión causada por las cosas extraordinarias que se encuentran fuera de lo natural o para las que no se encuentra explicación. Y han existido siete lugares calificados así: Las grandes pirámides de Egipto (Keops, Kefren y Micerino); los jardines colgantes de Semíramis en Babilonia; las murallas de esa misma ciudad; el coloso de Rodas; la estatua de Júpiter hecha por Fidias; el templo de Diana en Efeso y el sepulcro de Mausolo, rey de Caria, en Halicarnaso. Pero si las dos maravillas de Babilonia se contaban como una aún se podía sumar el faro de Alejandría.

¿Quién puede designar una Maravilla? Pues parece que cualquier entidad privada con suficiente dinero como para organizar un montaje mundial. Y en esas nos encontramos, como todos saben. Y están a punto de decir qué siete nuevas maravillas sustituyen a las anteriores. Se supone que el resultado es democrático, y sería la primera vez en que esas designaciones se producen así.

Pero en realidad se trata de un gran fraude mundial. Nunca aceptaré la lista que todavía no conozco. Si el propio sistema democrático no tiene garantías (y hacer una votación por internet no reúne los requisitos mínimos), si los monumentos elegidos tienen tan dispares criterios que se hacen ininteligibles, si lo que vale es el acceso de los países ricos a las nuevas tecnologías y, sobre todo, si las personas seguimos siendo tan increíblemente catetas que preferimos votar “por lo nuestro” en lugar de por lo más hermoso… entonces esto no es nada.

La Alhambra es un monumento estupendo, mágico y bello, pero no he votado por ella. No he votado por nadie en la campaña que han iniciado desde Granada, la Junta de Andalucía y el Gobierno. No quiero entrar en los cuellos de botella que nos ponen delante. Yo tengo mis maravillas personales, como cada uno tenemos las nuestras. Tengo esos rincones que he visto y que no se van de mi retina, y tengo los sueños de espacios a los que quiero ir… y siento, otra vez, que nos quieran contaminar. Esta vez nada más y nada menos que las maravillas.

miércoles, 4 de julio de 2007

Ellos nos necesitan ¿Y nosotras a ellos?


Hay cosas que no hace falta que nos justifiquen, pero está bien que los números nos corroboren que son así. Y hoy ha llegado una confirmación de esas que ya intuíamos: "El matrimonio es más beneficioso para el hombre que para la mujer. A partir de los 30 años, el hombre soltero tiene peor valoración de su propia salud que el casado, circunstancia que no se da en las mujeres, en las que el estado de casada se encuentra asociado con peor salud en la práctica totalidad de los grupos de edad".
La fuente es el libro "Los españoles frente a la salud y sus determinantes". Se ha presentado esta mañana en el Senado. Se ha hecho desde la Fundación Gaspar Casal y cuenta con la colaboración de Sanofi Aventis. Los resultados se han obtenido a través de encuestas.
Y ahondando un poco más dicen en el libro que esto puede deberse a que el hombre cuando se casa suele entrar en una vida más estable y equilibrda, con mejores hábitos alimentición y con una reducción en las conductas de riesgo. La mujer percibe su salud peor, sigue este análisis, porque acumula a su trabajo previo el de las tareas domésticas, y cuando tiene hijos se suele depreocupar más de su salud en beneficio de la de los hijos y el marido.
¿Hay unanimidad? ¿Alguna hipótesis diferente?

martes, 3 de julio de 2007

Hoy, lejos de la pecera


Hoy es un día en el que se encontrarán extraños. Se han levantado y no es un día normal. No van a estar juntos escuchando, riendo y compartiendo. Hablando, mirando y escuchando lo mismo. Reflexionando. Recordando días muy diferentes para todos.

Hoy hay un vacío para víctimas del 11-M que no van a llenar con su presencia las sesiones del juicio que se ha celebrado durante 57 sesiones en un edificio habilitado por la Audiencia Nacional en la Casa de Campo. Hoy no van a ver a primera hora de la mañana un tanque de la Policía Nacional con un hombre mirando fijamente a todos los que pasan por la Nacional V mientras aprieta una ametralladora sin soltarla un segundo. Hoy no van a escuchar ni a odiar en directo. Lo harán en diferido.

El día de ayer lo pasé allí. En ese edificio de alta seguridad y bajo perfil. Les estuve mirando la cara, a ellos. No serán todos culpables, puede ser, pero no son todos inocentes. En sus miradas y en su actitud del cuerpo, en sus gestos y en sus risas se les ve demasiado normales para serlo.

Ya todo el mundo ha leído y escuchado lo que pasó allí. Y no me voy a repetir. Solo voy a contar apenas dos detalles, insignificantes, de todo lo vivido.

Víctor es uno de los jóvenes acusados de transportar la dinamita desde Asturias hasta Madrid. Es tan joven, y es tan guapo. Hasta que sonríe, y entonces asoman unos dientes gastados, estropeados y sucios. Ha compartido estos días de juicio con los periodistas. Se ha hecho amigo de muchos de ellos. Y eso ha molestado a algunas de las víctimas, a alguno de sus abogados.

Es tan sencillo. Tanto, que no le puedes negar una sonrisa. Y no le puedes negar un hola a Carmen, la que estuvo con el minero. Vuelve a ser tan joven, y habla con un acento asturiano tan cerrado a todo el que la escucha. Cuenta que hace dos años que está con su novio nuevo y que le va muy bien. Cuenta que ella no se entera de mucho, y que nunca ha tenido nada que ver. Cuenta que no le da emoción ver al minero allí sentado, ni pensar en que le pueden caer años de cárcel a él, porque no piensa que le vaya a caer nada a ella: “Como dice mi padre, cada perro que se lama su pijo…” “Es un dicho de allí eh, que no lo digo con mala intención”. Parece no haber dicho nada nunca con mala intención ¿habrá hecho algo alguna vez con mala intención?

Y están dos chicas muy, muy jóvenes, que entran al lavabo cuando entro yo. La dos llevan velo. Hablan perfectamente español. Y se están arreglando ante el espejo. “Somos las que más llamamos la atención ¿verdad?” dice una. “Sí”, contesta la otra, “es que somos las más guapas, y somos diferentes. Nos miran”, contesta su amiga. Eso es, lo son, guapas, tapadas, y diferentes.

Los 28 procesados ya no están allí, hoy, en la pecera. En sus declaraciones ante el tribunal llaman así al recinto de seguridad que les acoge. En esa pecera han pensado qué van a decir en su última palabra durante el juicio. Y allí se han atrevido a pensar lo que después han dicho. Han condenado (todos menos los tres acusados de ser ideólogos) los atentados. Y lo han hecho mirando a los tres jueces que van a emitir sentencia porque, ahora no, no se han atrevido a girarse para mirar a las víctimas repartidas entre el público y decirles mirando a los ojos lo que dicen descaradamente a los jueces: que entienden su dolor.

Hoy estarán como peces sin agua en otras peceras sin cristal. Y hoy me alegro de no estar allí.